viernes, 1 de agosto de 2014

TOCA! TASTA! OLORA!




De la mano de Enric Lluch, intérprete de lengua de signos, amigo, y miembro de la empresa Punts Suspensius (que ofrece subtitulación y servicios lingüísticos y de accesibilidad para personas con discapacidades sensoriales), tuve la oportunidad de conocer y participar en Tasta! Toca! Olora! (¡Saborea! ¡Toca! ¡Huele!). En la actividad además colaboran Comediants, la Fundació Alícia, Mosquito Corporation, The Love Comes Foundation, APSOCECAT, el Festival GREC 2014, y el Palau Robert, donde se realizó la actividad.


Se trata de un pequeño recorrido en el que brevemente, durante casi una media hora, tienes la experiencia sensorial de una persona sordociega (hay unas 3.000 en Catalunya, de las que 1.800 viven en Barcelona). Está inspirado en la película Ratatouille, donde la rata guía al inexperto cocinero que lleva los ojos vendados, para elaborar un plato. En este caso se enfatiza el contacto sensorial con los ingredientes: texturas, olores...

Es una actividad muy interesante que te da la posibilidad de ser más consciente de lo que significa vivir con sordoceguera. Ni ves ni oyes, y son los otros tres sentidos los que sirven para captar y relacionarse con el entorno.

Está destinada tanto a personas oyentes y videntes, como sordas, ciegas o sordociegas, aunque para estas últimas no es tan impactante como para los que nunca hemos experimentado esas dos discapacidades y además a la vez.

En la actividad había una serie de voluntarios, los mediadores, que hacían la labor de guías, y con cuidado y cariño cada uno se hacía cargo de uno de nosotros, los "sordociegos".

Lo que más destaco es la sensación de tener que confiar 100% en otra persona, dejarse guiar por alguien sin tener ninguna otra referencia en la que apoyarse. Notar algo raro en el suelo que pisas, tener la sensación de un espacio reducido, temer tropezar con algo o que algo te dé en la cabeza... todo eso hay que dejarlo de lado y simplemente hacer el esfuerzo de permitir que una persona (desconocida), sea tus oídos y tus ojos, como una extensión de uno mismo. Eso crea un lazo, no sólo físico, sino además emocional, una conexión, un vínculo que es difícil de describir.

Además te das cuenta de que en esa relación entre el sordociego y su mediador, no existen los prejuicios que los videntes y oyentes tenemos: el aspecto físico, el sonido de la voz, la manera de hablar, la ropa, el peinado... Todo eso desaparece y no entorpece al vínculo que se crea entre esas dos personas.

Es muy importante que iniciativas como ésta se hagan posibles y que se difundan entre el máximo número de personas posible. Es una gran oportunidad para que, aunque sea en un periodo muy corto de tiempo, uno tenga la experiencia de ponerse en la piel de personas con circunstancias diferentes (la comunidad sordociega en este caso), de fiarse completamente de alguien (el guía mediador), de darse cuenta de lo que significa no ver, no oir, o ambas cosas, para personas con esas discapacidades sensoriales, de valorar esos sentidos que sí tenemos y que damos por hecho que han estado, están y estarán ahí para todos, y de ser conscientes de que el tacto, el olfato y el gusto, son sentidos que pueden darnos mucha información de nuestro alrededor.

La participación permite valorarla pagando al final lo que uno crea justo aportar. Mis 15€ estoy seguro que tendrán un buen destino, ya que están trabajando en la organización de actividades similares, tan importantes para la difusión y concienciación de la existencia de colectivos casi siempre ignorados.

¡No te pierdas la oportunidad de participar en la próxima!

Muchas gracias a los organizadores y por supuesto a los mediadores voluntarios, ¡y en particular a mi guía, Sara!



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