jueves, 29 de octubre de 2009

There's a new kid in town...

Se llama Billy. Lo adoptamos el lunes pasado (28 de octubre de 2009). Lo habían encontrado hacía unos 10 días en el Baricentro de Barberà del Vallès, así que le llamaron "Bari". Pero nosotros lo hemos rebautizado. Tiene unos dos meses. Todo un bebé.

Cuando lo trajimos a casa era tarde. Lo sacamos del transportín, y se lo presentamos a Tom, nuestro otro gato, que por cierto, ahora comparado con Billy nos parece ENORME. Tom lo rechazó desde que lo vió. No es que atacase al pequeño, sino que más bien lo evitaba, como si le tuviese miedo. El pequeño Billy, en cuanto lo dejamos suelto, se puso a correr y se escondió bajo el palet de tejas... conseguimos que saliese... y claro, como la casa aún no tiene puertas, tenía donde elegir para correr y esconderse.

Al día siguiente por la mañana, me levanté, Josep ya se había ido, y me puse a buscar al pequeño. Tras pasar por toda la planta baja (varias veces), conseguí cogerlo. O... bueno... más bien me cogió él a mí. Porque me pegó un mordisco con sus "tiernos" dientes de aguja, que no había manera de soltarme. Una vez en mis manos, ya se tranquilizaba y apenas se movía. Pero en cuanto lo dejaba de nuevo en el suelo corría como un desesperado y se escondía. Y cuando conseguía cogerlo de nuevo, otra vez se quedaba quieto y se tranquilizaba. Un poco indeciso el chico. A ratos temblaba, no sé si de miedo o de frío, así que por si acaso lo envolvía en su mantita mientras lo tenía en mi regazo.


Pues ese día (por si a alguien le interesa) no comió casi nada, sólo un poquito de comida de lata, que le di con una cucharita (porque si no, ni se la miraba). Quizás serían los nervios de la nueva casa, los nuevos padres adoptivos y el nuevo gato, que le seguía soplando y gruñiendo hasta a distancia y sin verlo.

Ayer en cambio (para aquél que le interesaba) Billy ya comió y ya hasta ronronea cuando lo cogemos. Se pasa el día durmiendo. Aprovechando que estoy en paro, lo cojo de tanto en tanto durante un buen rato, para que se vaya acostumbrando. Y cuando viene Josep, nos turnamos.

Tom ya se acerca más y lo mira como con curiosidad, sin gruñirle ni bufarle. Por ahora mantenemos a Billy en una pequeña habitación, con una puerta corredera improvisada, y sólo lo sacamos cuando lo cogemos y lo mantenemos en nuestras rodillas. Cuando lo dejamos de nuevo en la habitación, a veces se pone a maullar lastimero. Quizás en un par de días, cuando tanto Billy como Tom se acostumbren más a la nueva situación, ya lo dejaremos correr por la casa y esconderse donde quiera.

Tiene mucha legaña y muchos moquitos. Parece que esté un poco acatarrado... Si sigue así llamaremos al veterinario. Por ahora lo mantenemos calentito y hoy le haré una manzanilla para los ojos. Anteayer se hizo pis encima de mí. Sí, noté un calorcillo que se extendía por mi pierna... Pero hoy ya usa su arena (menos mal).

La cuestión es que esto de cuidar de un bebé (aunque sea un bebé gato) me despierta la vena paternal (que ya llevaba yo puesta de serie). Uno se siente padre al cuidar de un pequeño ser que depende de ti. Si no come, me preocupo. Si tiene moquitos, me preocupo. Si se asusta, me preocupo... Y claro, no tiene comparación con tener un hijo, pero tiene su punto de similitud... Y claro, escribo sobre él y pongo sus fotos en mi blog, orgulloso de nuestro nuevo bebé.

2 comentarios:

  1. jejeje vaya par de dos! El Tom se ve gigante! (Y lo es. Mas o menos como Sebas). Dale algunas semanas para habituarse, que los gatos son muy territoriales ;)
    Verás como dentro de nada, Tom lo adopta... (o viceversa, jaja).

    Carlos.

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  2. Ya empiezan a socializar sin problemas... dentro de nada se irán de fiesta juntos :D

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