Vaya, hacía ya tiempo que no escribía nada... Tampoco es que nadie lo vaya a echar de menos, excepto yo, que siempre he encontrado esto de escribir como una especie de terapia vete a saber para qué, pero que me satisface.
La cuestión es... ¿me satisface por el echo de escribir en sí?, ¿o me satisface por el hecho de comunicar (a alguien) lo que expreso al escribir? Pues creo que va a ser una combinación de las dos cosas... porque, como el cocinar, me gusta, pero hacerlo para mí solo me da muuuuuucha pereza.
Bueno, vamos a ir entrando en el tema: hace unos meses vi un trailer, o algo en Internet, de una película llamada Bon Appétit. Una peli española, por lo que vi, que planteaba una historia que parecía algo diferente de lo habitual. La bajé y la dejé reposar...
La vi hace unos días. ¡Qué hartón de llorar! No, no, no por mala. No es que realmente fuese una historia muy original en sí, pero me gustó. Yo ya suelo llorar con las pelis, pero ésta además me tocó la fibra (la sensible, sí, esa misma). No voy a contar el final, ni quién es el asesino (ni si hay asesino...), porque tampoco me gusta que me lo cuenten, pero aviso que algo contaré (si no, ¡para qué diablos hago referencia a la peli!).
Bueno, pues la peli presenta a un chico español, cocinero, que encuentra trabajo en Suiza. Allí conoce a una chica de la que se enamora, sobretodo después de que ella le dé un beso, que para ella no tiene mayor transcendencia, ya que le ve exclusivamente como un amigo. Y hasta aquí puedo leer. A partir de ahí se va desarrollando la cosa.
La cuestión es que es una situación que he vivido en primera persona creo que dos veces (en segunda persona tres o cuatro veces con chicas, y con chicos... ninguna que yo sepa). Una fue hace muchos años, y fue más bien un encaprichamiento de veinteañero joven e inexperto, donde el desencadenante fue también un beso. La segunda, más reciente, yo aún joven (todo es relativo, ¿no?), pero no tan inexperto, y sabiendo mucho mejor lo que quería y lo que no, mucho más consciente de lo que tenía delante.
La cuestión es que... ¡qué chungo (por no decir jodidamente chungo) es enamorarse de alguien que no siente ni remotamente lo mismo por ti! En mi último caso no fue un flechazo a primera vista, sino que empezó como amistad. Yo incluso ya llevaba un tiempo (y de hecho aún dura un poco...) en fase "no me apetece pareja, ni rollete, ni na...". Y aún así, pasó... empezó a gustarme "más de la cuenta", y acabé enamorado perdido, sin querer admitirlo conmigo mismo, hasta que ya no había lugar a dudas: ¡estaba enamorao!... ¡qué putada!
Por primera vez entendí lo que era el famoso "MAL DE AMORES". Se pasa muy mal, sí. Pero, ¿y si además es amigo tuyo? Quizás no es fácil separar claramente la parte "estoy enamorado de él" de la parte "somos buenos amigos", pero en realidad no es tan tan difícil. Está la parte "quiero estar con él, hacer cosas con él, acariciarlo, darle un beso, que me acaricie, que quiera estar conmigo y compartir cosas conmigo..., etc.". Y está la parte "congeniamos muy bien, nos entendemos, tenemos gustos muy parecidos, compartimos actividades, podemos hablar de todo, confío en él, hablamos de temas más personales..., etc.". Claro, esta segunda parte ayudó mucho a que se generase la primera, aparte de otros factores, como la atracción física. Pero si escarbas en tus sentimientos, está claro que una cosa es el deseo compulsivo del enamoramiento, que te desespera, te hace sufrir y casi te vuelve loco, y otra es la sensación de compartir, de complicidad y de cariño sereno, que te hace sentir bien, te llena, y te hace crecer.
Y ahora viene la pregunta del millón, al más puro estilo de "Cuando Harry encontró a Sally"... ¿Pueden dos chicos (homosexuales, se entiende, claro...) ser amigos aunque uno se enamore del otro y no sea mutuo? Pues sí. Definitivamente sí. Pero claro... desde mi punto de vista tienen que darse ciertas condiciones: que el enamorado trabaje en asumir y superar su estado, y se centre en la parte de amistad, diferenciándola claramente; que el enamorado sea honesto con el no enamorado (esta parte es muuuuuuuuuuuuy difícil, y la dejaría como opcional, jejeje); que el no enamorado, en caso de ser consciente de la situación, sea suficientemente maduro para tomarla con normalidad, entenderla, y no dejar que interfiera con la relación de amistad que ya hay de base. Y muy importante... que el enamorado no vaya dejando caer insinuaciones, a ver si cuela... Si es amistad, y no hay opciones a nada más, pues es amistad y punto. Y punto. Y yo creo que en realidad uno se puede sentir muy afortunado de que se haya formado esa amistad, y ya puede darse por satisfecho.
Creo que la comunicación es muy importante en estos casos (bueno... SIEMPRE es importante...). El enamorado se saca de dentro eso que tanto le reconcome, lo que seguramente ayudará a que el sufrimiento no se pudra dentro y acabe realmente afectando a la parte de amistad. El no enamorado puede entonces comprender al otro, ser consciente de la situación, y hacerle saber (de palabra o de hecho) que aunque no pueda haber nada más, lo que hay sigue estando, lo cual es tranquilizador (¡a pesar de que dé mucha rabia!). Lo malo es decidir dar el paso de decirle que te gusta, sobre todo si crees que no es mutuo. Y aún peor que decidir decírselo es... ¡decírselo! Y si además, después de un tiempo, pasas de "me gusta mucho" a "estoy enamorado", ya la incapacidad de comunicarlo se multiplica hasta el infinito, y más allá.
La sabiduría popular (que no siempre es tan sabia) aconseja en estos casos "dejar de verlo un tiempo, habiendo hablado con él para explícaselo". Y sí, eso está muy bien. Pero no para mí. Si ya estoy enamorado, no me veo capaz de hablarle de eso, y más aún si él ya sabe que me gusta (total, él tampoco puede hacer nada al respecto), y además no estoy dispuesto a hacer un paréntesis en una relación de amistad que valoro y me hace sentir muy bien, a pesar de que haya otra parte que me hace sentir fatal. Y es que yo creo más en exponerse al estímulo que te hace sentir mal. Es decir... si sufres porque estás enamorado de él, pues tienes que verle y estar con él cuando sea (eso sí, consciente de asumir que es sólo amistad), conocer a sus ex-parejas si se da el caso, verle ligar en la disco y morrearse con el ligue, saber que ha conocido a "alguien especial" (o no tan "especial") con quien sí se plantea algo, o salir con él y su rollete o pareja si se tercia. Todo eso duele muuuuucho, se pasa muuuuuy mal, te destroza... pero creo que, al menos en mi caso, al final te obliga a reaccionar, asumirlo del todo, y seguir adelante.
Uno de los problemas es que evitas hacer o decir algunas cosas, que en sí no tendrían gran trascendencia, para que no se malinterpreten o parezca que intentas algo que está claro que no es posible. Como llamarle simplemente para saber cómo está, o proponer quedar, o abrirle en el chat cuando lo ves en línea, o darle un abrazo o cualquier otro contacto físico intrascendente, o hacer cualquier cosa "más de la cuenta" (como quedar, proponer cosas juntos, quedarte en su casa después de cenar o ver una peli, etc.), simplemente por que te apetece, no sea que se malinterprete... porque claro, sabes que él lo sabe o que lo intuye, y no quieres meter la pata y que la cosa se estropee. Da miedo no ser consciente de que te pasas, porque no lo ves desde fuera, y que resulte que realmente te estás pasando y que él se sienta agredido. Y empiezas a pensar: ¿le estaré agobiando?, ¿se está distanciando?, ¿me estoy distanciando yo por miedo a agobiarle?, ¿se me notará mucho?... ¡Qué difícil es encontrar un equilibrio! Después se mezcla con otras cosas y piensas que de hecho no estás a su altura, que no le aportas gran cosa, y te sabe mal aburrirle, o que se canse de ti... ¡pero ahí sigues, al pie del cañón!
Y es que cuesta mucho dejar de creer que tal vez, en algún momento, él quizás se plantee algo..., dejar de tener la secreta (e ilusa) esperanza, aunque sea ínfima, de que quizás con el tiempo, quizás él llegue a verte diferente, quizás... Y no ayuda que algunos piensen que "haríais buena pareja"... o que te pregunten "¿sois pareja?"... ¡No, no lo somos!!!! (¡cabrón! jeje). Y tienes alti-bajos, momentos en que piensas que todo está bajo control, y momentos en que te hundes y sólo piensas ¿por qué (me he tenido que enamorar de él)?, ¿por qué (no le gusto)?, ¿por qué (no se podría intentar algo)?, ¿por qué (no puedo ser su tipo)?, ¿por qué (me gusta tanto)?, ¿por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?...
Y te mueres por simplemente besaros, sin más, aunque sólo sea ese momento íntimo y fugaz, aunque sólo sea para satisfacer tu curiosidad, y luego dejar eso atrás sin más trascendencia si realmente no da para más (como sucede en la película). Y qué vergüenza sería confesarle todo esto... ¡aunque probablemente ya se lo imagina!
Pero con el tiempo lo vas asumiendo... quizás sigas aún enamorado, y se te caiga la baba de tanto en tanto cuando lo ves, incluso en fotos, pero vas asumiendo y aceptando que no hay, ni habrá, nada más ni nada menos que la buena amistad que se va consolidando. Y si a ratos te sientes fatal, pues ajo y agua, ¡que ya se pasará!
Pues eso... que aproveche.
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